Festejos
Centenario
Cena Conmemorativa
El pasado 7 de febrero se llevó a cabo en
los salones del segundo piso de nuestro
edificio sociocultural de Arquímedes 4
una cena para conmemorar el primer
centenario del Centro Asturiano de México.
Los invitados fueron recibidos por la Banda de
Gaitas en la planta baja y acompañados a su
lugar por chicas del Cuadro Artístico encabezadas por nuestra madrina Ani Soria Menéndez.
El apoyo fue de la Comisión de relaciones.
El salón estuvo lleno a su máxima capacidad
y fueron invitados los socios más antiguos del
Centro, exdirectivos, colaboradores de la Junta Directiva, representantes de los otros centro españoles, y personalidades de la colectividad española en México como Valentín Díaz Morodo, Antonio Suárez y asturiana como Antonio Trevín, expresidente del Principado de Asturias, o Santiago Romero, director del Museo de la Emigración. Como invitados especiales estuvieron en el presidium, por parte del Centro su presidente, Manuel Arias Díaz y su señora esposa, César Noval, vicepresidente del Centro y su señora esposa y Rafael Segura Alonso, expresidente del Centro y su esposa, así como Ángel Noriega, socio número 1 y su esposa. quienes estuvieron acompañados por el embajador de España en México, Luis Fernández-Cid de las Alas Pumariño, quien pronunció sentidas palabras, y su distinguida esposa, asturiana y ambos amigos de nuestro Centro, el Secretario de Estado de Asuntos Exteriores de España, Ildefonso Castro López; Guillermo Martínez, consejero de Presidencia del gobierno del Principado de Asturias con la representación de Javier Fernández, presidente del Principado, quien no pudo asistir, Teresa Sanjurjo, directora de la Fundación Princesa de Asturias quien además fue portadora de un mensaje para el Centro de sus majestades, los Reyes de España, Paz Fernández Felgueroso presidenta del Consejo de Comunidades Asturianas.
Los miembros del presidium hicieron
uso de la palabra con textos don de expresaron los valores de la emigración y de nuestro Centro. Para terminar hizo uso de la palabra a nombre de toda nuestra institución, Aurelio González y el presidente Manuel Arias brindó por nuestro Centenario. Fungió como maestro de ceremonias Ángel González, quien junto con Alfonso Tamés y Aurelio González, forman la Comisión del Centenario. El acto protocolario terminó con todos los asistentes entonando el himno de Asturias.
CIEN AÑOS DE NUESTRA CASA
Palabras de Aurelio González
En primer lugar, quiero transmitirles
la más cordial bienvenida de parte de
nuestro presidente, Manuel Arias Díaz, así
como la satisfacción que representa para
nuestra Junta Directiva la presencia de
todos ustedes en esta conmemoración tan
importante. El objeto de estas palabras es
rendir un testimonio de gratitud a nuestros
fundadores y a todos los que a lo largo de
estos cien años han colaborado de manera
desinteresada para el desarrollo y consolidación de nuestra Sociedad. También queremos dejar constancia de lo significativo
que es que nuestro Centro haya sido y sea
una institución emanada de la emigración.
Para festejar, hoy nos reunimos en el
Centro Asturiano de México, mejor dicho,
en la casa del Centro Asturiano de México,
y esto tiene una significación muy especial,
creo que para todos, pues el emigrante, lo
que hace al partir a un nuevo destino es
dejar su casa y en lo más profundo de su
ser, este alejamiento es una huella abierta
que nunca se cierra. Un día como hoy, a esta
misma hora, pero hace cien años, abriendo
ese misterioso ciclo de tiempo que en forma
de siglo marca el devenir de la humanidad,
un grupo de jóvenes emigrantes, entre
otros, José Menéndez Aleu, Ángel H. Díaz
y Antonio Martínez Cuétara se reunió simplemente para crear un equipo de futbol:
el legendario Asturias. Con este objetivo,
el sitio elegido para reunirse fue la casa de
Martínez Cuétara, en el número 52 de la
calle de Amargura, en el viejo centro de la
Ciudad de México, pero al reunirse fundaban
algo más: creaban una nueva casa en
la emigración que recordaba aquella lejana
casa asturiana de la que habían salido en
busca de un futuro mejor.
Es claro que aquel deseo de crear un
equipo de futbol correspondía a una visión
del futuro, era la competencia y el deporte
como forma de superación colectiva en el
nuevo espacio vital mexicano. Pero seguramente, ese deseo de agruparse también obedecía a la nostalgia de la casa asturiana que se había dejado atrás. En aquella fundación deportiva del 7 de febrero de 1918 estaba presente aquella no lejana
mañana de la partida, tan presente en la
memoria, en la que posiblemente con una
maleta vieja, más llena de ilusiones que de objetos, aquellos jóvenes –en verdad
tan jóvenes– salían de la casa en la aldea
con la bendición de la madre y la tristeza
contenida del padre y a veces la mirada
azorada de los hermanos pequeños que
veían partir aquella parte de la familia,
eran las miradas de todos ellos las que, sin
palabras, decían “no nos olvides”, mientras
el verde de Asturias, envuelto en el húmedo
orbayu, iba quedando atrás y el joven emigrante iba al puerto, tal vez del Musel o a
uno de la costa gallega. Aunque después,
con el paso de los años, los jóvenes seguirían
marchándose de Asturias, y lo harían
desde un aeropuerto, pero la tristeza de
la partida de casa sería la misma y las
miradas de los que quedaban seguirían
diciendo “no nos olvides”.
El joven que salía de su aldea, de su
casa, a partir de aquel mismo momento
ya tenía una nueva identidad, sería uno de
los muchos “asturianos de la emigración”,
y en el trayecto de salida fortalecería su
interior prometiéndose a sí mismo regresar
en primera. Al partir, en su interior se
agolpaban los sonidos, los sabores y los
colores conocidos, y trataba de llevárselos
y conservarlos para que todo lo que le era
querido y se dejaba atrás no se perdiera. Y
una manera de no perderlo sería construir
en la nueva tierra, rincones, centros de la
Asturias lejana, pero siempre presente, y
eso es esta casa, resultado de aquel deseo
y de aquella reunión de 1918.
Allá en Asturias quedaban los padres
que perdían a sus hijos en la emigración
y debido a ella, el fruto del amor y de la
vida ya no sería su consuelo en la vejez.
Tal vez quedaban allá otros hijos, y seguro
el trabajo de la casa, el del campo y las
muchas dificultades, pero en el corazón
de una madre, y por qué no también de un
padre, el hijo que marchó un día prometiendo
volver pronto se volvía una presencia
constante.
Así, a lo largo de muchas décadas del
siglo XX, aquellos jóvenes que salían de
Asturias y de España, llegaron a un país
de sol, generoso y luminoso. Llegaron a
México y en aquellos primeros años de
siglo XX desembarcaron en Veracruz, antes
de subir a la Ciudad de México, para llegar
a aquella que siempre fue una ciudad imperial: la “ciudad de los palacios”. Y aquí, en
1918, paradójicamente en aquella calle
de Amargura, de nombre tan poco promisorio, crearon la nueva casa, la casa para no olvidar de donde se venía. Con ella,
cabraliegos, llaniscos, riosellanos, casinos, pixuetos, gijoneses, carbayones, naviegos
o cangueses eran simplemente asturianos
y aquí, siguiendo al Asturias, con la camiseta
de rayas azules y blancas, fueron
desarrollándose, cambiaron la casa y crecieron personal e institucionalmente, y el
Centro ‒este Centro‒ fue mejorando hasta
llegar a su primera casa propia, la querida
“Casona”, espacio asturiano después de
aquel entrañable estadio que tanto llegaba
a los sentidos que fue el “Parque Asturias”
de la calzada de Chabacano.
Aquellos emigrantes de las primeras
décadas del pasado siglo, a cuyo trabajo y
dedicación debemos esta realidad, se desarrollaron e integraron al nuevo mundo, y
aquí hicieron sus familias. De este enraizarse
aquí, muchos que no salieron de
Asturias, pero hijos de aquellos que dejaron
su casa, contribuyeron a forjar la nueva
casa que es el Centro Asturiano, y aquellos
hijos, aprendieron tener nostalgia de lo no
conocido, quisieron a Asturias a través del
Centro Asturiano. La asturianía se fundió
con el asturianismo de nuestro Centro,
nuestra casa.
Han pasado cien años, el Asturias ya
no está en las canchas, pero su espíritu
luchador que buscaba siempre superarse
y remontar el marcador sigue presente,
y nuestra realidad ‒en este edificio, en el
Parque Asturias y en el Club Campestre‒
nos habla de una casa forjada en la emigración para no olvidar el lugar de partida.
A lo largo de este siglo de vida, el Centro
Asturiano ha tenido 27 presidentes y 420
socios han formado sus juntas directivas
que se han apoyado en numerosos socios
que han aportado su esfuerzo y dedicación
para hacer posible esta realidad. Muchas
gracias a todos ellos.
Ha pasado un siglo, nuestro Centro,
nuestra casa, ha vivido momentos luminosos,
ha tenido dolores y dificultades, las ha
superado y hoy es un lugar para quienes
dejaron la tierra asturiana y para las familias
aquí fundadas y las relacionadas con
ellas, que vive el presente, no olvida el
pasado y mira al futuro.
Dice el poeta que el asturiano cuando
parte lleva su tierra consigo y que por ello
nunca la olvida, pero tampoco olvida a
aquellos que quedaron. Sí, emigrante, los
demás quedaron en casa, pero tú no la olvidaste y esta casa es testimonio abierto de la memoria y de la integración de todos bajo
un mismo techo: este.
Emigrante: tanto trabajar para abrirte camino en la vida. Y entre tantos esfuerzos,
además dedicarte al Centro Asturiano ¿por
qué? Ellos nos lo dicen con la serenidad de
haber alcanzado la meta, al final supieron
la respuesta. Supieron y supimos que parte
de nuestra vida la dedicaríamos orgullosamente a crear nuestros pequeños rincones de Asturias bajo el cielo de la nueva patria, para sentirnos siempre un poco más cerca de casa, en ésta, la nueva casa.
Gracias a todos y bienvenido sea hoy
nuestro primer centenario.
DEVELACIÓN DE LA PLACA
CONMEMORATIVA
El domingo 4 de febrero, el presidente
del Centro Asturiano de México,
Manuel Arias Díaz, acompañado por la
Junta Directiva y por el expresidente,
Rafael Segura Alonso, develó en la planta baja
del edificio de Arquímedes 4, completamente
remodelada, una placa de acero conmemorativa
del centenario del Centro Asturiano de
México.
La leyenda que lleva esta placa con el
logo del centenario es la siguiente:
1918-2018. Con motivo del centenario de
la fundación del Centro Asturiano de México,
A. C. y siendo presidente de la Junta Directiva
Manuel Arias Díaz se develó esta placa como
testimonio y reconocimiento a todos aquellos
que con su esfuerzo y dedicación hicieron realidad
nuestra Sociedad.